viernes, 15 de mayo de 2015

Arañas II

Me sobresalta cada maullido 
de gato tuerto,
cada dulce caricia en la mejilla
de alguien demasiado bueno 
para merecer la confianza
de párpados de albatros. 

En la oscuridad de los mayos de nubarrones
voy buscando el rastro de tu cabello,
de tus palabras como polillas
y poesías del olor de las luciérnagas.
Me tiendo, ebria sin remedio,
a deshojar los chillidos de nostalgia
y pensar que ya ha pasado el tiempo,
que lo fácil es olvidar cómo amar,
pero no aquel al que perdemos.

Que he llegado tarde,
que siempre llego tarde,
que ya ni siquiera puedo sollozar
por un vacío que se presenta ausente.

Que no consigo olvidar las auroras,
que las arañas invaden mi cuarto
y mis mejillas de hojalata,
que el colibrí sigue enfermo
en su nido óseo.

Me sobresalta cuando a veces
busco pincharme bajo el mentón
tanteando un nudo que ya he deshecho,
y no encuentro la fuente de una tristeza
que hasta recuerda a los días de calor. 

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