lunes, 6 de abril de 2015


Se dio cuenta entonces de lo mucho que dependía de sus ángeles. Había visto la espalda de la luz; se había dado cuenta de que las mismas manos que en su día la habían recogido del suelo ahora plantaban semillas en otras tierras. De que era natural y de que era justo, y de que, de un modo egoísta y agrio, la abrasaba en lo más hondo. Sostuvo la pluma perdida en sus manos como si fuera a desintegrarse.

Era obvio, claro. Lo que los ángeles llevan a la espalda son alas, no raíces.

—Fragmento










[imagen extraída de tumblr]

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