esta
tarde he caminado sobre mi propio vacío,
esa
tierra ignota de socavones bajo mis pies.
he
visto cómo se transformaba en charco de agua turbia,
he
visto cómo los huracanes no lograban desbordarlo.
aún
puedo sumergir mi mano en él, coloso de hielo;
aún
logro verme bañada en brea entre sus posos.
y
sin embargo me desperezo de sed hacia el cielo,
y
sin embargo ruego, rezo, suplico la tempestad.
el
hueco ya no suena hueco,
el
hueco ya no puede ser mi vacío,
no
puedo llorarlo,
no
podré rellenarlo.
me
veo reflejada en su insondable oscuridad,
me
veo implorando al cielo, cráter abajo.
la
lluvia que jura desbordarme rebota en el hielo de la superficie,
la
lluvia, cada vez más fina para mi océano polar,
esa
región silenciosa, desierta y sorda,
esta
cárcel en la que escondo la cara en mis alas de hierro.
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