Deja de lamentarte si estás encogida en el rincón, si te aprietas el vientre con las manos y tus ojos se pierden en las malditas estrellas que ya no parecen tan cerca, ¿verdad?, porque es tu culpa. Tu culpa. Te mintieron y dijeron que el calor destierra al frío. Te mentiste y les creíste.
Y sí te pudres. Piénsalo mientras ves cómo acecha la siguiente fiera, que danza a tu alrededor pensando en si sabrás a carroña. Mientras te incendias los pies para ver si vuelves a llegar al firmamento envuelta en chispas. Sí te pudres, y tu sombra te observa con la cabeza gacha.
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